Curvas peligrosas by Susana Hernández

Curvas peligrosas by Susana Hernández

autor:Susana Hernández [Hernández, Susana]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2010-01-01T00:00:00+00:00


12. Medidas desesperadas

—¿Q

UÉ? —Santana se detuvo camino de la cocina, con el plato vacío de raviolis en la mano y una genuina sorpresa en el rostro—. ¿Te has inseminado, así por las buenas, sin contar conmigo para nada? Claudia, ¿estás loca o qué? Te has metido en el cuerpo el semen de un tipo. ¿Cómo has podido hacer una cosa así?

—Lo dices como si me hubiera acostado con un tío. Solo es un proceso médico, Rebeca, nada más.

—Dime que hay una cámara oculta, por favor. Esto no puede estar ocurriendo de verdad.

—Debí consultarte, pero ha sido un impulso y…

—Y una mierda un impulso. ¿Me tomas por imbécil? No te inseminan por la cara, como el que va a cortarse el pelo. Han tenido que hacerte pruebas médicas previamente. Llevas tiempo con esto, Claudia. ¿Cuánto exactamente?

—Unas semanas —musitó.

—Estupendo. Y ahora qué se supone que debo hacer.

—Podrías alegrarte y criar el niño conmigo, si es que sale bien. Ni siquiera es probable que me quede embarazada al primer intento.

—¿Ese es tu plan? ¿Tener hijos y comprar un coche familiar y enfangarnos en una hipoteca a cuarenta años? Lo siento yo no quiero vivir así.

—Tú quieres ser una súper poli, conducir tu Harley y tener novia eternamente. Tienes que madurar, cariño. Empezar a asumir responsabilidades.

—¿Qué tipo de responsabilidades? ¿Las que tú me quieres imponer? Comprar pañales en el Carrefour y jugar a ser una familia normal, pero moderna. Yo no necesito nada de todo eso, ni casarme, ni ser madre, ni tengo ningún interés en reproducir a escala lésbica el patrón de vida heterosexual porque se supone que es el correcto.

—Pasas demasiado tiempo con Vicky. Se te están pegando sus gilipolleces radicales.

—Lo que más me duele es que lo hayas hecho a mis espaldas.

—Sabía que dirás que no. Ahora te estoy dando la oportunidad de decir que sí.

—Esta sí que es buena. No me estás dando ninguna oportunidad, Claudia, me estás tendiendo una trampa, una puta encerrona. O me obligas a vivir como tú quieres, o qué ¿o lo dejamos? No sé si esto es un plan de fuga, un ultimátum, no sé qué es, pero sé que no estoy dispuesta a tragar.

—Claro, siempre se trata de tus necesidades. ¿Y qué hay de las mías? Quiero ser madre, formar una familia, y quiero que lo hagamos juntas, mi amor. Lo que pasó en tu familia te ha marcado. Es lógico, puede que por eso te asuste…

—Ni se te ocurra pretender psicoanalizarme.

—Es verdad. La psicóloga eres tú. Yo solo sirvo para vender palomitas.

—Deja de compadecerte tanto y haz algo. Estoy cansada de oírte lloriquear. Dijiste que querías estudiar magisterio. Pues hazlo. Haz algo que te llene de verdad.

—Tú no te enteras de nada, ¿verdad, Rebeca? —Las facciones de Claudia se desencajaron—. No te enteras de una mierda.

—Ilumíname.

—Lo de querer estudiar magisterio, fue para ganarme tu respeto y para que estuvieras orgullosa de mí. A mí no me interesa ser maestra. Soy una conformista. Nunca tendré un máster como Vicky o tú. Si mi futuro pasa por trabajar en los multicines toda la vida, no hay problema.



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